Antes de hablar de Madre solo hay dos, quiero señalar que en este artículo platicaremos de lo difícil que es ser mamá o papá en estos tiempos donde los medios “romantizan” dicha etapa del ser humano. Cuando las personas aceptan su rol de padre o madre, jamás se imaginan todo lo que significa este título: noches sin dormir, estrés y ansiedad, un elevado nivel de paciencia (que muy rara vez se logra) y una infinita sensación de cansancio (hasta cuando duermes).
Primero lo primero
Netflix, una vez más, trata de retratar la complejidad de esta etapa con su serie Madre sólo hay dos, en dónde una enfermera cambia a las hijas de dos mujeres que nada tienen que ver en el universo, pero que quedan unidas por tal evento fortuito.
Recordemos que en la primera temporada conocimos a Ana y a su familia: la representación clásica de un grupo de la socialité mexicana, que es hermosa por fuera y un desastre por dentro; mientras que su contraparte Mariana, es la hija de una madre soltera, con la que tiene muchos conflictos. El nacimiento de sus niñas será el evento que cruce sus caminos; ya que las creencias y cuidados de una, van a ser fundamentales y necesarios para la hija de la otra protagonista.
Aquí es donde empiezo de chaira y les cuento cómo es que la serie hace ver a la maternidad como un juego de niños. Para el comienzo de la segunda temporada, los caminos de Ana y Mariana se separan. Es tiempo para que cada una piense en su alrededor, en la familia y en lo que implica la crianza. Para esto, Ana cuenta con una red de apoyo que, para las personas que vivimos la clase media baja y más abajo, esta tribu solo se puede conseguir en sueños.
¿Cuál es la realidad de las mamás mexicanas?
La vida que llevamos muchas madres es más parecida a la que vive Mariana: madres solteras jóvenes llenas de problemas por la falta de respeto a la forma de crianza que tratamos de vivir junto a nuestros hijos. Unas tienen el apoyo de sus padres, abuelos o amigos, otras no.
Sí, hay guarderías que te “echan la mano” o que sirven de entretenimiento para la criatura, pero siempre vives con la eterna incertidumbre de si tratan bien al crío o no.
También, hay trabajos que tratan de ser flexibles en cuanto al cuidado de los hijos, también hay escuelas con esta iniciativa, pero nunca será suficiente, o haces mal en dejarlos en la guardería o haces mal por dedicarte de lleno a tus hijos.
Para la sociedad ningún cuidado es suficiente, mucho menos para una madre. Aunque, no olvidemos que su tribu se vuelve privilegiada al verse apoyada por Ana y sus cuidadores, niñeras, etc.
Dejando de lado que la serie trata de entretener a quien la ve, los problemas sociales existen y pareciera que la serie hace ver que la maternidad de Mariana vale porque está al lado de Ana, no porque Mariana es madre.
Creo que hablar de la sencillez que toma la vida al tener ciertas comodidades, le resta mucho a la problemática de las maternidades y paternidades que se viven a diario, esto se podrían mencionar y explotar como tema, mostrando también los estratos que se tratan de explorar. Bueno, esa es la humilde opinión de una nueva madre.
Realidad vs. ficción
En el caso de Ana podemos ver que sus circunstancias son totalmente sorprendentes, ya que se concentra tanto en su trabajo que olvida pasar tiempo con su familia.
El lugar que tiene la mujer en la sociedad, hoy en día, es el de hacerse cargo de todo: trabajo, casa, escuela de los hijos, la salud y desarrollo óptimos de cada miembro de su familia, sin olvidar la intimidad y tiempo para ella. Claro que se puede, pero cuando los críos comienzan a “necesitarte menos”, es decir, después de los 12 años… No como lo pinta la serie.
La tribu que ha formado Ana a través de su dinero es, de alguna forma, inalcanzable, se necesitan ciertos privilegios que no muchos pueden tener. No es envidia amigos, solo digo que no es sencillo esto de criar hijos y trabajar.
El problema con Mariana es una total falta de confianza en las personas que la rodean y en sí misma. Cree que puede salir adelante sola con y por su hija; pero, en realidad su camino comienza a tener futuro cuando acepta el apoyo de quien tiene cerca. Desde este lado de la página, si le doy mucha razón a la parte de la tribu, ya que a veces es totalmente necesario un respiro o contar con gente que vive exactamente lo mismo que tú.
El amor en los tiempos modernos
Mucha gente cree que las madres tienen que vivir por y para sus hijos. No es así. Cuando una mujer se divorcia, se le ve sin compañero, siempre dedicada a sus hijos y sin divertirse. Error.
Uno de los aciertos de la serie “Madre sólo hay dos” de Netflix, es que cuando las parejas terminan, siempre hay tiempo para un comienzo: un trabajo nuevo, retomar o descubrir quien eres y lo que te gusta, o encontrar un nuevo compañero de aventuras.
Y aplica para ambos lados. Es bien visto que un hombre engañe a su esposa pero una mujer que engaña crea el fin del mundo. Basta de estigmas y bienvenido siglo XXI.
Insisto, el problema que le encuentro a este tipo de programas, es que tienen la idea muy tergiversada de la realidad familiar.
Admito que hablar sobre los nuevos métodos de crianza que los chairos y hippies (como yo) tratamos de adoptar con nuestros hijos es un gran acierto, pero vender la idea de que todo es posible cuando en verdad es totalmente difícil y, a veces hasta inalcanzable, no lo creo tan conveniente para una generación que cada vez se concentra más en su individualidad que en la proyección familiar.
Ojalá me hagan llegar sus puntos de vista sobre la segunda temporada de “Madre sólo hay dos” que Netflix tiene en su plataforma, ya que, como pueden ver, es un tema que da para muchas conversaciones y muchas críticas.
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