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Guerra de vecinos, ¿una comedia con crítica social?

Serie Original de Netflix

Guerra de Vecinos

Primero, el hecho de calificar a Guerra de vecinos, comedia mexicana original de Netflix, desde su intento por mostrar diversas desigualdades sociales, se hace evidente debido a la persistencia de nombrarlas en la serie, ¿si no, para qué ponerlas? Sin embargo, ¿es suficiente su mención para generar algo en el espectador?

Segundo, hay que decir que la comedia, como género, sí puede tocar temas polémicos y que el objetivo de hacer reír no está peleado con la crítica social. De hecho, se puede conseguir al develar las contradicciones, y lo absurdo que pueden llegar a ser, con respecto a las normas, los valores, las creencias o las instituciones en las que nos desarrollamos, de ahí que vuelva con la pregunta, ¿esta serie, protagonizada por Vanessa Bauche y Ana Layevska, lo logra?

Guerra de Vecinos

Tercero, otro de los elementos también constantes en la mencionada comedia son los estereotipos, cosa que, al haberlos, no son un factor que defina si tiene éxito o no en mostrar estas desigualdades, pues se pueden ocupar para tejer una historia donde se den por hecho, como si estas generalidades de determinados grupos fueran una verdad absoluta, o para cuestionar su simplicidad y limitantes. Dicho lo anterior, ¿qué tal si empezamos por esto?

1.- Algunos estereotipos y prejuicios de Guerra de vecinos 

Aunque no se van a mencionar todos, pues la comedia parece un catálogo interminable. Comencemos. Sí, ya sé que para ser un texto sobre una comedia, es bastante serio, pero sígueme la corriente, ¿va? Es verdad que, en todos los episodios de Guerra de vecinos, está presente que Silvia (Layevska), una de las protagonistas y madre de familia con alto nivel adquisitivo, no quiere que Leonor (Bauche), o Leo, y compañía vivan a su lado, es decir, existe un rechazo derivado de la condición social.

Por un lado, Silvia se nos presenta como la mujer adinerada, atractiva, de tez blanca, rubia y superficial en muchos momentos (hasta en los más emotivos con sus hijos), mientras que, por el otro, Leonor es una mujer morena, de un nivel socioeconómico bajo (lo que, para algunas vecinas, parecen ser indicios suficientes que la hacen conocer a la actriz Yalitza Aparicio), le gusta la cumbia, vendedora de productos de belleza y no se le da bien el inglés, pero, eso sí, tiene un buen corazón.

Guerra de Vecinos

De esa manera, Leo y su familia llegan a vivir a la residencia de alto standing, como diría Silvia o su hija Crista (Loreto Peralta), cuando la primera gana el sorteo de la casa (porque, claro, alguien de la periferia y con bajos recursos no podría acceder a una mejor vida más que por obra de milagro, ¿cierto?).

Esto las lleva a una constante confrontación y a justificar el nombre de la comedia, Guerra de vecinos, basada, reitero, por este rechazo al otro, en este caso al pobre (como si no tuviéramos bastante con la polarización, impulsada desde el gobierno, y el resentimiento entre los diferentes estratos sociales, por cierto, ¿sí recuerdas aquel meme que apareció después de las elecciones, verdad?).

Guerra de Vecinos

Es curioso, también, que son Silvia y Leonor las únicas que desarrollan, de forma muy activa, dicha disputa (palabra que quería decir así como lo hizo Reese en Malcolm el de en medio. ¿Cuando la pones, Netflix?). El resto de las dos familias se quedan al margen empezando por los dos padres, Genaro (Pascacio López) y Ernesto (Mark Tacher).

Supongo que ya adivinaste a qué voy. Pues a que, de nuevo, las malvadas mujeres, con esa idea de que siempre se la pasan peleando, no dejan en paz a los pobrecitos hombres y padres de familia para que puedan consolidar su amistad, por lo que tienen que esconderse (¡Chale! Ni me había dado cuenta que en esto se parece a ese capítulo de Malcolm. Pa’ que vean que los estereotipos de género atraviesan a otros y puede que hasta los trasciendan).

Guerra de Vecinos

Es así que, con estas y otras ideas, se sustenta la primera temporada. Sin embargo, ante lo dicho, me refutarás lo que mencioné al principio: que los estereotipos pueden ser usados en una ficción para cuestionarlos. A lo que yo te contesto: pues sí, es verdad, pero eso no pasa en Guerra de vecinos, así que fin de la discusión… No, no es cierto, enseguida pongo un ejemplo.

2.- Muchachapp o de cómo mencionar las desigualdades sin que le tiemblen las patitas a la negación de derechos

En el tercer capítulo, Diego (Marco León), hijo adoptivo de Silvia, le propone un negocio a Leonor: crear juntos la aplicación Muchachapp (sí, juego de palabras despectivas hacia una clase y que se agrega al catálogo de esta comedia). ¿Su función? “Formalizar la explotación laboral de las trabajadoras del hogar”, nos dice Tere (Elyfer Torres), hija mayor de Leo.

Guerra de Vecinos

No obstante, todo se les viene abajo cuando las trabajadoras se enteran y se organizan en contra de la aplicación y sus creadores. Es así que a Leonor no le queda de otra que unirse a la movilización e intentar concientizar a las vecinas de sus abusos.

Por supuesto que aquí los estereotipos se encuentran implícitos y son la base de que, por pertenecer a un estrato socioeconómico bajo, son inferiores como personas y, por lo tanto, no pueden aspirar, si así lo desean, a esos espacios que una supuesta posición superior ocupa. No sólo eso, sino que la desvalorización, además de posibilitar el rechazo, sustenta el que tampoco se pueda tener acceso a un trabajo digno, es decir, hay una negación de los derechos.

Guerra de Vecinos

Pero Tere y su madre sí mencionan esto, refutarás, ¡es más, hasta tú acabas de citar a la primera! Además, Leo termina por defender y destacar los aportes de las trabajadoras ante sus empleadoras.

Sí, te contesto, pero ¿Qué tanto desmonta la comedia en Guerra de Vecinos el estereotipo de que una mujer de bajos recursos no tenga un trabajo digno? Por otro lado, ¿no se motiva el personaje de Leonor a defenderlas, solo cuando las trabajadoras confirman la existencia de la aplicación y no antes?

Pues yo vi que, en dos ocasiones, la piensa para ser socia de la app, me contestarás, y hasta Tere al hacer referencia a esa desigualdad, pone el foco en estos temas y en cómo, el cubrir las necesidades básicas se convierte en un factor determinante en la toma de decisiones.

Con esto se muestra que hay una cultura, orillada, en parte, por ese inequitativo reparto de la riqueza, en la que se le da más valor a una ganancia monetaria por encima del bien de los demás y de las convicciones propias, pues éstas no te dan para pagar la luz.

Guerra de Vecinos

Sí, en efecto; no obstante, la misma Leonor, al no ofrecer tanta resistencia, sin un evidente dilema moral en la segunda ocasión, puede que, por la forma despreocupada de aceptar la propuesta y de ignorar, de forma condescendiente, las explicaciones de Tere, solo nos cause gracia a algunos pero no te has preguntado, ¿a qué se debe? Tal vez a que, con una sonrisita maliciosa, también haríamos lo mismo que Leo.

Entonces, a través de la risa, ¿no se estaría reforzando esa cultura de la que hablas sin cuestionar que pasa por encima del bien común, de esos otros de por sí ya catalogados dentro de ideas que inferiorizan? Por esto mismo, ¿no resulta incongruente y de falta de fuerza dramática que Leonor defienda a las trabajadoras, por más razón que tenga en lo que luego dice?

Guerra de Vecinos

Pues vámonos por partes, como diría Hannibal Lecter. Con lo primero que dijiste, esa sonrisa que catalogas de maliciosa, ¿no sería más bien, por parte de los espectadores, una risita de “¡chale! Creo que todos participamos, o el mismo sistema nos obliga a participar, en esa cultura que fomenta joder al otro”?

Quizá. En todo caso me parece que esa posibilidad se reduce por el reforzamiento de esa mentada cultura, fomentada, en particular, por el hecho de cubrir las necesidades, que no es en todos los casos, pero sí en este de Guerra de Vecinos.

Además, cualquier otra motivación que nos haga reír, como la que mencionas, puede que se atenúe debido a la escena donde están a punto de atropellar, tanto a trabajadoras como a las vecinas que las emplean. Vaya, que esto interrumpe la escena y no permite que sucedan hasta las últimas consecuencias del discurso de Leonor, nunca sabremos si pudieron darle más credibilidad, aunque no veo cómo. Por eso, no creo que se haga más grande el rango de interpretación, donde quepa lo que planteas, ni tampoco da pauta a la reflexión ni, mucho menos, a una concientización social.

Guerra de Vecinos

Aunado a lo anterior, cuando Silvia, para no ser atropellada, es empujada por Leo, a quien también equiparan, despectivamente, con una “chacha” al inicio del capítulo, resulta no ser suficiente en los demás episodios, lo que posibilita seguir con el conflicto vecinal, sustentado por los diversos estereotipos de clase y racistas (¡híjole!, ni salvándole la vida a alguien se puede romper con esto).

Así, de esta manera, pienso que lo anterior se repite en varios episodios de Guerra de vecinos, donde los problemas sociales sí se mencionan, pero no nos llevan a que, los estereotipos que los sostienen, se deriven en dilemas para los personajes que, a su vez, nos conduzcan a situaciones en la que lo absurdo revele las contradicciones de todo un sistema político, económico y social.

Y, bueno, espero que no se siga pensando que me clavo demasiado con Guerra de vecinos, pues cualquier historia, sea del género que sea, refuerza o cuestiona este tipo de ideas independientemente de si lo creemos o no. Con esto, me parece apropiado decir que, hacer y hablar de comedia, sigue y seguirá siendo cosa seria.

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